El síndrome de la afluencia es afianzarse en las aspiraciones por encima de la realidad. La persona rechaza su actual condición; utiliza los recursos cibernéticos para dar la apariencia de lo que quiere ser en las redes sociales vinculadas más con las imágenes, como son Instragram y Facebook, y en ellas publica fotos con apariencia física más joven y escultural y un estilo de vida lucrativo.
La vida en riqueza y de eterna juventud está inculcada en el tener. Desde mucho tiempo atrás, la mayoría de la población ha sido formada en el tener más que en el ser, y en esta época de vertiginoso avance en la comunicación, (de la cual hay una generación digital nativamente) el efecto es mayor.
Los nativos digitales consumen más su tiempo frente a una pantalla. En otros tiempos, la juventud usaba más su tiempo en una conversación, pero es muy común que la presente generación se comunique más por texto e imágenes que por llamadas telefónicas o un diálogo directo con algún relacionado.
La «desventaja» de estar distante
La vinculación de hoy salva las distancias. Perfectamente un finlandés se pone en comunicación con una dominicana por medio de las redes sociales; tras un intercambio de imágenes se establece un cibernoviazgo, y hasta que finalmente se unen maritalmente.
Esa unión fue motivada por una apariencia física. En varios casos, las imágenes fueron manipuladas con los filtros que aclaran pieles; eliminan manchas y arrugas, y otros móviles pudieron ser la supuesta vida confortable, que le da la seguridad a la o al pretendiente.
El filósofo dominicano Andrés Merejo Checo ha dicho que es un:
Espejismo de consumismo, de la alegría sin felicidad y se vive en el síndrome de la afluencia (afluenza) que tiene que ver con el afán por el dinero, la fama, el exhibicionismo, la apariencia física y la eterna juventud en imágenes escaneadas.[1]
No crea todo lo que veas
Las fotos y los videos circulan por las redes. Facebook, Instagram y Snapchat ocupaban en 2018 los lugares primero, tercero y sexto, respectivamente, en suscriptores, que son las plataformas donde más se presentan imágenes.
Los tipos de fotos y de videos se filtrarán por aceptación. Mientras más «me gusta» tienen, esos serán los más publicados; esa aceptación se da por una población moldeada en el tener, y la gente sicológicamente quiere ser aceptada, de aquí la adicción a las redes.
Las plataformas digitales van creando un círculo vicioso. Se gasta más tiempo difundiendo que se quiere ser que el trabajo que llevaría la transformación deseada.
[1] Ibid.
