El sultán Osmán III falleció el 30 de octubre de 1757 sin descendencia. En consecuencia, su primo Mustafá III fue seleccionado como sucesor conforme al principio de senioridad, sin embargo, para consolidar su posición como soberano del Imperio otomano, el recién designado implementó la práctica del fratricidio.
Mustafá III escogió a Mehmet Ragip como gran visir. De acuerdo con De Bunes este fue:
Un hombre reputado como un insigne poeta y un excelente administrador, como pone de manifiesto que se mantenga en su cargo hasta su muerte en 1763, y realice una ingente labor por modernizar el país. La conjunción de un sultán enérgico y perspicaz y un excelente primer ministro supondrá la superación de muchas de las deficiencias que tiene el Imperio otomano y la adopción de varias medidas para intentar solventar estos problemas. Era un buen musulmán, aficionado a la astrología y a la lectura de historia y narraciones. Durante su mandato se produjo un pavoroso terremoto que destruyó varios barrios de la ciudad de Estambul, y ayudó en su reconstrucción con parte de su propio tesoro personal (de Bunes Ibarra, 2015, pág. 204).
Catalina la Grande defiende a su amante Stanisław Poniatowski
En Estambul se registraron dos terremotos significativos durante 1766. El primero ocurrió a las 5:10 de la mañana del 22 de mayo, con una magnitud de 7,1, provocando aproximadamente cuatro mil fallecimientos y daños sustanciales en edificaciones emblemáticas como las mezquitas del sultán Mehmet II y Eyüp Sultán, la Torre de Leandro, la fábrica de cañones y pólvora, así como el Gran Bazar, y el segundo sismo se produjo dos meses y medio después.
En febrero de 1768 se constituyó la Confederación de Bar, cuyo propósito era salvaguardar la mancomunidad polacolituana. Esta organización recibió el respaldo del sultán Mustafá III debido al adversario común compartido: Rusia, gobernada por la zarina Catalina II, quien un cuadrienio antes había impuesto a Stanisław Poniatowski, su amante, como rey.
Mustafá III le declara la guerra a Catalina la Grande
A mediados de 1768 tuvo lugar la agresión a Balta, una ciudad bajo protección otomana que fue atacada por mercenarios de Zaporiyia al servicio de la zarina Catalina II. Como consecuencia, el 25 de septiembre el sultán Mustafá III declaró formalmente la guerra a Rusia.
De Bunes evaluó:
El ejército otomano aún no había sido bien adiestrado y equipado adecuadamente, mientras que el ruso era completamente moderno y contaba con unos excelentes mandos que habían preparado perfectamente los planes de batalla. Rusia logra el apoyo de Gran Bretaña, que permite el libre acceso de las flotas rusas al Mediterráneo y envía asesores de marina para ayudar a los oficiales rusos. Los primeros enfrentamientos se van a producir en Moldavia y Valaquia, y son desfavorables para los musulmanes. Al mismo tiempo que entran en liza los ejércitos, agentes rusos han recorrido todos los Balcanes, se han presentado como los auténticos defensores de los cristianos ortodoxos, y han promovido sublevaciones en Grecia, Serbia, Montenegro y Bulgaria, lo que suponía aumentar la inestabilidad de las posesiones interiores de la Puerta. Si se logran sublevaciones internas, las fuerzas otomanas tendrían que dividir sus efectivos entre Crimea y Grecia, lo que suponía debilitarle enormemente. Este mismo comportamiento realizan en Ucrania y en las tierras del Cáucaso, aunque aquí acompañados con movimientos de tropas que van arrebatando espacio a los otomanos (de Bunes Ibarra, 2015, pág. 205).
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