Nuevamente, el Imperio Otomano no logró tomar Viena durante su asedio. El objetivo principal era evitar la invasión a Hungría; sin embargo, esta derrota recayó especialmente sobre el gran visir Köprülü, quien fue ejecutado el 25 de diciembre de 1683 y posteriormente reemplazado por Kara Ahmed.
Con el fracaso de Köprülü, el Imperio otomano dio una impresión de franca decadencia. De Bunes escribió que:
Desde 1683 hasta 1699 se inicia la guerra de la Santa Liga, que comienza con enfrentamientos en Transilvania, Hungría y Morea, además de los ataques de Podolia, en Bosnia. Las fuerzas navales de Venecia logran conquistar la mayor parte de las ciudades de Morea (Preveza, Navarino, Castilnovo, Dulciño y Budín) (de Bunes Ibarra, 2015, pág. 181).
Durante ese periodo finalizó el mandato de Mehmet IV. Posteriormente, se sucedieron los sultanatos de Solimán II y Ahmed II, hasta que Mustafá II llevaba un cuadrienio en el cargo cuando, ante la inminente ofensiva de la Santa Liga, se llegó al Tratado de Karlowitz.
El Imperio otomano y Rusia culminaron con el Tratado de Constantinopla
El tratado suscrito el 26 de enero de 1699 dispuso la restitución de Podolia a Polonia. Asimismo, los territorios de Hungría, Transilvania, Croacia y Eslovenia quedaron bajo el dominio de la Casa de los Habsburgo, mientras que Venecia incorporó Dalmacia y Morea. En síntesis, este acuerdo reflejó la disminución de la influencia del Imperio otomano en territorio europeo.
La Academia Lab especificó que:
Los otomanos conservaron Belgrado, el banato de Temesvár (ahora Timișoara), así como la soberanía sobre Valaquia y Moldavia. Las negociaciones con el zarismo de Rusia por un año más bajo una tregua acordada en Karlowitz culminaron con el Tratado de Constantinopla de 1700 en el que el sultán cedió la región de Azov a Pedro el Grande (Academia Lab, 2024).
En Rusia se cambia el patriarcado por el Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa
El sultán Mustafá II no quería tomar partido en lo que ocurría en su alrededor. De Bunes señaló que:
Los sucesos de 1699 seguían pesando en la conciencia política del Diván, por lo que se tomará la decisión de no inmiscuirse en la guerra de sucesión de España (1701-1714) y en la gran guerra del norte (1700-1721), entre Suecia, Dinamarca, Noruega, Polonia y Rusia, aunque al final terminó salpicando al Imperio otomano. Las potencias europeas habían intentado que el sultán tomara partido por alguno de los bandos, aunque la Puerta fue capaz de resistir las presiones que recibió (de Bunes Ibarra, 2015, pág. 194 y 195).
Pedro el Grande, zar de Rusia, se benefició del vacío de poder en la Iglesia ortodoxa que existía desde veinte años atrás, cuando murió el patriarca Adrián. Para ocupar ese puesto se nombró a un locum tenens, Stefan Yavorski, lo que el soberano ruso aprovechó como argumento para reemplazar el patriarcado por un Santo Sínodo el 25 de enero de 1721, y esta nueva institución estaba bajo control estatal a través de un ober-procurator y era asistida por entre 10 y 12 obispos provenientes de las principales ciudades, como San Petersburgo, Moscú, Kiev y Tiflis.
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