La Gran Rebelión Celalí se daba juntamente con la batalla de Mezökeresztes. En el Imperio otomano se daba una compleja crisis que abarcaba lo económico, lo militar y lo político, y a este respecto de Bunes escribió que:
La calidad de muchos de los soldados de la Sublime Puerta se había puesto de manifiesto en la compleja y dura la «larga guerra húngara», donde la falta de provisiones y las duras condiciones climatológicas hacían desistir a muchos de sus combatientes de presentarse en el frente de batalla. Los timarioatas siguen aportando la caballería ligera a las huestes otomanas, aunque su efectividad y su fiabilidad no eran especialmente reconocidas por los mandos militares (de Bunes Ibarra, 2015, pág. 120).
Yazıcı capitaliza el sufrimiento militar por las guerras del Imperio otomano
Los militares sufrieron las consecuencias económicas de la prolongada guerra contra los Habsburgo. Para costear sus campañas, el gobierno otomano impuso el avarız, un impuesto adicional que afectaba gravemente a la gente de Anatolia.
Al mismo tiempo, la moneda del imperio, el akçe, se fue depreciando hasta provocar hiperinflación, situación que obligó a muchos sipahis a ceder sus tierras al Estado o a terratenientes poderosos, dando lugar a una nobleza militar empobrecida y resentida. A esto se sumó una grave sequía y malas cosechas, circunstancias que el oficial kurdo provincial Kara Yazıcı aprovechó para quedarse con los fondos recaudados del avarız y organizó una revuelta contra el imperio con una fuerza militar disciplinada.
Ninguna autoridad imperial logró derrotarlo; por el contrario, su hermano Husein, junto con otros rebeldes, amplió la insurrección en Anatolia central y oriental, formando un gobierno paralelo en ciudades como Edesa, Maraş y Amasya. El sultán Mehmet III decidió negociar con los rebeldes y en 1598 ofreció a Yazıcı el cargo de gobernador en Çorum, reconociendo así sus demandas económicas y políticas.
La Gran Rebelión Celalí cerró la Edad de Oro del Imperio otomano
Esta estrategia resultó efectiva porque gran parte de los sublevados abandonaron la lucha. Durante una docena de años surgieron rebeliones similares en otras regiones del imperio, que se resolvieron con medidas parecidas. Sin embargo, estos conflictos marcaron el fin de la «Edad de Oro» otomana y el inicio de su declive.
Türkçelik dijo que:
Este periodo fue denominado como «La Gran Huída» porque los campesinos, agobiados por la presión de los Celali, dejaron sus tierras e, incluso, un buen número de ellos se trasladó a Estambul. De esta manera, los problemas demográficos y la escasez agrícola se juntaron con las medidas fiscales extraordinarias impuestas a las masas campesinas para financiar la guerra en Hungría, lo que exacerbó las turbulencias sociales (Türçelik, 2012, pág. 210).
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