Después de una hegemonía de 16 años consecutivos en los que ganó todos los procesos presidenciales, congresuales y municipales, la estrella amarilla del PLD empezó a perder brillo.
El inicio de esa desagradable experiencia lo marcó la salida del presidente renegado del Partido de la Liberación Dominicana como reacción a unas votaciones que les resultaron desfavorables en las elecciones internas de octubre de 2019. Salió después de agotar un proceso de lucha interna en el que se vio lo nunca visto en el país: que el presidente de un partido que ejercía el gobierno organizaba y encabezaba protestas contra el gobierno de su propio partido. Ni el PRD, que desarrolló una vocación enfermiza por las luchas internas que lo llevó a producir dos presidentes del Senado para el mismo periodo, había llegado tan lejos.
Por las razones que fueren, las cosas no le estaban saliendo bien al PLD. Y como dice el refrán que se refiere a cuando las cosas empeoran: «éramos muchos, y parió la abuela», se produjo la suspensión de las elecciones de febrero de 2020. Ese muerto se le pegó al PLD sin tener nada que ver con él. A partir de ese momento se decidió el proceso contra el Partido. El PLD perdió las elecciones municipales trasladadas para el 15 de marzo de 2020 y luego perdió las elecciones presidenciales y congresuales.
Salimos del gobierno y de inmediato empezó la persecución contra nuestros dirigentes. Así pasaron 4 años. Cada vez que el PLD empezaba a levantar cabeza se desempolvaba un expediente o se amenazaba con otro. A esas acciones se les sumaban las labores de zapa del antiguo presidente del PLD y su gente que al parecer se habían propuesto crear otro PLD con otro nombre, propósito que los llevó a pactar con Luis Abinader y el PRM.
Así se llegó a las elecciones de 2024 en las que el PLD recibió el peor de los golpes: su candidato presidencial apenas obtuvo el 10 % de los votos; se quedó sin senadores y su matrícula en la Cámara de Diputados se vio reducida al mínimo. Los resultados municipales NO fueron diferentes.
Ante los precedentes de los partidos Reformista Social Cristiano y Revolucionario Dominicano, que de la condición de dos fuerzas hegemónicas han devenido en dos partiditos irrelevantes, no pocos dominicanos pensaron que el PLD tenía sus días contados. Y esa es la pregunta que hay que responder: ¿concluyó el PLD su ciclo histórico? En otras palabras: ¿Se halla el PLD en una etapa de liquidación formal o de declive funcional?
La verdad es que el PLD ha pasado por un mal momento, pero NO ha agotado su ciclo histórico. ¿En qué nos fundamentamos para sostener ese criterio? En lo siguiente:
Primero, el Partido NO ha cumplido aún con su razón más profunda y esencial: lograr el desarrollo económico y social de nuestro país, y con ello su plena independencia. Es cierto, avanzamos mucho en esa dirección durante el tiempo que gobernamos, pero la tarea sigue pendiente.
Segundo, lo que vemos constantemente desde el último año son las mejores versiones del PLD. Realizamos nuestro X Congreso sin traumas, y tanto su inauguración como la clausura fueron actos muy parecidos a los que realizábamos en los mejores tiempos de la organización, lo que ha venido pasando con todas las actividades que hemos desarrollado.
Tercero, el PLD de hoy (diciembre de 2025) es superior al de los años anteriores. El partido de este momento es el resultado de un proceso de selección natural, en el que solo los fuertes y necesarios se conservan. Me explico. El que los compañeros que estén leyendo este comentario sigan siendo parte del PLD implica que han pasado por un proceso de depuración que no han podido superar los que han quedado fuera porque se fueron a otro partido o porque decidieron hacer un alto en la actividad política para dedicarse a proyectos personales.
Ese proceso de selección natural o, si se prefiere, de cualificación, se daba constantemente en el Partido cuando éramos una organización de cuadros. ¿Cómo así, compañero Daniel? Simple: cada vez que teníamos un Círculo de Estudios con cinco, seis o siete compañeros que quedaban con el tiempo reducidos a dos o tres circulistas, esos dos o tres compañeros que quedaban eran el resultado de un proceso de selección natural en el cual permanecen (en la naturaleza sobreviven) los más aptos, lo que en lenguaje político significa los mejores militantes, los más comprometidos.
Cuarto, hay que estar en el PLD para saber de su capacidad de resiliencia y su vocación de corrección. El PLD ha superado los problemas que motivaron su pobre desempeño electoral en el año 2024. En un comentario anterior dijimos que a partir de las elecciones de 2020 el PLD vivió un par de años tormentosos. En términos gráficos podemos decir que nuestro partido estaba en cuidados intensivos. Solo sobrevivíamos. No podíamos hacer otra cosa.
En este momento la situación es muy distinta. En los años 2020-2024 no había condiciones objetivas ni subjetivas para que el PLD hiciera valer ante el país su verdad frente a la verdad del PRM-gobierno y sus aliados coyunturales como la FUPU. Ahora existen ambas condiciones. Ha pasado un período de gobierno (2020-2024) y ya la gente puede comparar y sacar sus propias conclusiones, y al parecer la gente lo está haciendo. Eso es lo que explica que de manera espontánea cada vez más dominicanos y dominicanas digan que con el PLD se vivía mejor. Esa frase es una reivindicación del PLD y a la vez una censura para el PRM.
Quinto, el PLD es una cantera de dirigentes jóvenes a los que en la organización se les reconoce espacio para el crecimiento, en el sentido amplio de la palabra. Y un partido con esas características aún tiene mucho que dar a su país.
Esto puede comprenderse mejor si recordamos el asombro de Felipe González en junio de 2004 cuando notó que los dirigentes del PRD que lo estaban recibiendo eran los mismos que lo habían recibido décadas atrás. Fue en ese momento cuando Felipe González advirtió sobre la necesidad del cambio diciendo que «quien no se renueva, perece». El PLD está en renovación permanente, por eso José Tomás Pérez fue su secretario general, luego Reinaldo Pared Pérez y lo es ahora Johnny Pujols. Y por eso, sobre todo, entre nuestros presidenciales se encuentran Abel Martínez, Francisco Domínguez Brito, Francisco Javier García, Margarita Cedeño, Ariel Jiménez, Charlie Mariotti y no los dirigentes que podríamos denominar de la vieja escuela.
Luego de superar los malos momentos, el PLD se halla en una etapa de desarrollo y crecimiento sano, listo para afrontar, revitalizado, los nuevos retos que le depara el porvenir en beneficio del pueblo dominicano, razón esencial de su existencia.
15 de diciembre de 2025
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